El giro hacia políticas monetarias acomodaticias en 2019 generó ganancias inesperadas en los activos de renta fija. Si la reflación mundial cobra fuerza en 2020, las oportunidades en varios sectores relegados por los inversores, como el energético y el automovilístico, podrían resultar atractivas.
Alarmados por la propagación de los signos de debilidad económica mundial, los bancos centrales clave cambiaron la dirección de sus políticas monetarias en 2019, bajando los tipos de interés y reactivando o ampliando los programas de expansión cuantitativa (QE).
El giro de la política ha sido generalizado a la vez que drástico. Mientras que en 2018 se registraron aproximadamente dos subidas de tipos de interés a nivel mundial por cada bajada, esta tendencia se invirtió en 2019, con 91 recortes de tipos en todo el mundo y solo 16 alzas en los tres primeros trimestres del año. Claramente, los bancos centrales han estado haciendo un esfuerzo sincronizado por inyectar liquidez para prestar apoyo a la economía mundial.
Si bien no vemos probable que la Fed baje los tipos en 2020, esperamos que la política monetaria mundial siga siendo acomodaticia, ya que tanto el Banco Central Europeo como el Banco de Japón mantendrán sus programas de QE.
Cómo afrontar un mundo de rendimientos negativos
El giro acomodaticio de las políticas monetarias en 2019 deparó ganancias inesperadas a los inversores en renta fija, con prácticamente todos los segmentos de renta fija global generando sólidas rentabilidades positivas.
Los rendimientos cayeron hasta adentrarse en terreno negativo en un amplio número de emisiones soberanas, generando plusvalías en el extremo largo de la curva de rendimientos. En cuanto a los bonos corporativos, los segmentos investment grade y high yield registraron ambos rentabilidades de dos dígitos en 2019, al lograr los inversores bloquear rendimientos. La deuda de mercados emergentes (ME), incluido el crédito corporativo ME, se comportó igualmente bien a pesar de la apreciación del USD, ya que la remisión de las presiones inflacionistas permitió a los bancos centrales de algunos países emergentes bajar los tipos de interés.
Si bien el universo de deuda con rendimientos negativos se redujo algo en la segunda mitad de 2019, al recuperarse los mercados de renta fija de la huida hacia la calidad de finales de verano, el volumen de deuda viva aún ascendía a 13 billones de USD (el 24% del valor total del mercado global) a 31 de Octubre de 2019.
Posibles oportunidades de crédito en la reflación
Las persistentes dudas con respecto a la economía mundial han llevado a muchos inversores en high yield a mantener la cautela a la hora de posicionarse en empresas e industrias en dificultades. Ahora bien, si la reflación mundial cobra fuerza en 2020, creemos que los inversores podrían querer considerar oportunidades seleccionadas en algunos sectores desfavorecidos (vgr.: compañías energéticas y fabricantes de automóviles), donde los diferenciales de crédito siguen siendo relativamente altos.
En general, la calidad crediticia del universo high yield ha mejorado desde la crisis financiera mundial de 2008-2009, lo cual, a nuestro juicio, podría ofrecer cierta protección en caso de que la economía mundial vuelva a renquear en 2020. En el supuesto de que entráramos en recesión, creemos que la tasa de impago general del universo high yield podría ser menor que hace 10 años.
El doble filo de la espada de la duración
Los pronunciados descensos en los rendimientos de la deuda vistos en 2019 han generado riesgos a la baja para 2020. La duración es un arma de doble filo e incluso una modesta subida en los rendimientos de la deuda desde los bajos niveles actuales podría influir negativamente en las rentabilidades totales. Si los datos económicos de 2020 se sitúan a la altura de las expectativas, pensamos que el rendimiento de los UST a 10 años podría avanzar más allá del 2%, llegando incluso al 2,25% - 2,5%. Esto no es suficiente para provocar daños graves, pero más adelante en la curva de rendimientos, por ejemplo en el UST a 30 años, una subida hasta un rendimiento del 3% podría ocasionar pérdidas en una base ajustada a los precios de mercado. En tal entorno, vemos probable que los instrumentos de crédito high yield de corta duración ofrezcan un binomio rentabilidad/riesgo más atractivo en 2020.
Una estrategia high yield global puede sacar partido de la distorsiones de precios provocadas por una falta de sincronía en los ciclos de crédito, disparidades de valor relativo y eventos geopolíticos. Invertir en todo el mundo también puede reportar los beneficios de la diversificación.
Los mercados high yield europeos y emergentes tienen ambos una menor madurez y no son seguidos tan de cerca por los inversores como el mercado estadounidense. Por ejemplo, los inversores dedicados a bonos corporativos de mercados emergentes representan solo un 5% de este mercado. Unos niveles tan bajos de propiedad dedicada resultan en un mercado más ineficiente y, a nuestro juicio, brindan a los gestores activos avezados más oportunidades para sacar partido de las distorsiones de precios y encontrar valor relativo interesante.
En general, consideramos la diversificación reforzada de una estrategia de high yield global puede ayudar a sobreponerse a brotes periódicos de sentimiento de mercado cambiante hacia determinados emisores, países o regiones.